Judit - ¿Qué peli veremos?
Xavi - Siento que hoy veremos una peli muy bonita, que llegará al corazón.
...
J- A ver, en el Verdi hay tres pelis: "El Nombre" (comedia sobre unos padres que no saben qué nombre ponerle al niño)...
X- Esta no puede ser, siguiente.
J- "Lo imposible": peli sobre el tsunami de Tailandia.
X- Pfff, paso, no me resuena. Tendrá que ser la tercera.
J (con una sonrisa)- Pues tendrá que ser "Looper": Bruce Willis en un futuro dónde no puede haber asesinos y entonces se van al pasado a matarlos.
X- Vaya... Pues eso tampoco es.
J- Bueno, pues ya dirás.
X- Bueno, las dos primeras imposible. Pues que sea la tercera...
Llegamos al cine
X (veo el cartel de Looper)- Oh my god. Imposible. Tendrá que haber algo más. "La pequeña Venecia"... Bueno, mejor que Looper. "Ruby Sparks"?
J- Es del director de "Little miss sunshine".
X- Venga va, hecho.
La película trata sobre un escritor que sueña con una mujer preciosa, la pone en palabras y al hacerlo la crea en la realidad, le aparece en su casa. Pero la ha creado él con lo que la puede cambiar cuándo quiera. Pero claro, cuando crea una realidad de mujer viene con lo bueno y lo malo, los dos lados de la dualidad.
Podría explicar más pero estaría chafando la película. La cuestión: ¡¡¡Somos Dioses creadores!!! Creamos con la palabra pero creamos todo, lo bueno y lo malo. Cuándo creamos algo porque no estamos a gusto (cambiamos el entorno) seguimos sin estar a gusto porque el problema es nuestro, es de cómo estamos y no de qué creamos. Sólo renunciando a arreglar nuestros problemas cambiando lo exterior, es decir aceptar lo que tenemos, amando la situación actual, amándonos a nosotros mismos.
El final, apoteósico: todo buen escritor sabe que no es él quien escribe sinó las palabras que se escriben a través de él.
Y lo bonito del tema: ¿Por qué se me planta esta película sin ni escojerla enfrente de mi? No es que me haya llegado al corazón es que me lo ha atravesado unas cuantas veces. Gracias regalo de Dios :-)
Os dejo con una preciosas palabras que manda Lucía:
Cuando
me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba
en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude
relajarme.. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima
Cuando
me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento
emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando
me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé
a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que
eso
se llama… madurez.
Cuando me
amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar
una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo,
aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no
está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando
me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia
abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se
llama… amor hacia uno mismo.
Cuando
me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y
desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a
mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es…
simplicidad.
Cuando me amé de
verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas
menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando
me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de
preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es
donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama…
plenitud.
Cuando me amé de
verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero
cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y
esto es… saber vivir!
No debemos tener miedo de cuestionarnos… HASTA LAS ESTRELLAS CHOCAN...EN LOS CIELOS
Gracias Lucía por tus hermosas palabras.
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