dijous, 8 de desembre del 2011

Buscando a dios

Cuando queremos conectar con dios, lo más que nos acercamos es a escuchar su música interna, ver sus colores dorados, y percibir sus frecuencias. Es como el canto de los ángeles formado por luces y música que nos conduce, en el viaje del alma, hasta dimensiones más elevadas y planos más sutiles. El sentido de unidad y de amor acompaña a todo lo que posee una cualidad divina, y buena parte de las chispas divinas, que forman parte de dios, están aquí encarnadas en la tierra y con el velo del olvido en sus ojos. Si algo le faltase a dios dejaría de existir, de tal manera que si tu desaparecieras, él también quedaría disuelto en el vacío. El conoce tu nombre verdadero, que fue cantado cuando te uniste permanentemente a tu chispa divina, a tu ajustador del pensamiento.

Tú estabas ahí cuando se creó la tierra, porque eres parte del creador. Eres una fuerza creativa del universo y una parte de dios. Pero dios no es uno, sino todo, es la unión de todos los seres, más que un ser separado de los demás seres. Cada uno cree que su dios es único, pero realmente es un incalculable conglomerado de energías que inundan el universo y lo llenan de conciencia. Nuestro papel en la tierra es descubrir quiénes somos realmente mientras estamos encarnados en un cuerpo físico. Si lo logramos eso produce un enorme salto cuántico en la conciencia de la humanidad y por tanto en la cualidad vibratoria del planeta. En estos momentos, cuando un número crítico de personas alcanza la frontera del ser, la ascensión colectiva hacia novaterra, la tierra ascendida, se ha vuelto una realidad posible.

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