dijous, 6 d’octubre del 2011

La escalera del ser -- Miyo

Cuando buscamos la divina presencia que yosoy, vamos dejando caer capas de cebolla que rodean a nuestra personalidad superficial. Y según disolvemos traumas, bloqueos y miedos, vamos ampliando el círculo de lo que consideramos vivo y cercano. Nos integramos con otros grupos sociales, rompiendo límites y creencias cerradas, asumiendo un dios más grande que no teme a los demás dioses ni se siente superior a ellos, que es básicamente vibración y conciencia, y no una persona ni un instrumento de poder. Es un camino hacia el centro más profundo del ser, que increíblemente es la diana del yosoy, la esencia del alma, y que todos los seres compartimos por igual. Así que después de muchas capas, pelando y soltando, llega el vacío, la presencia, fana, eso que todos somos y en lo que todos tenemos que fundirnos.

1- Primero empezamos por la piel y las sensaciones. Tenemos que pelar la primera capa de la cebolla y restaurar nuestros receptores sensitivos, porque todos nuestros sentidos están degenerados, bloqueados. Más que sentir nos impiden sentir. En la selva los olores, los gustos y los sonidos nos daban discursos sobre la realidad, nos hablaban de peligros y de nuestra gente, estábamos totalmente abiertos a lo instintivo, incluso a pesar de las normas sociales que habíamos aceptado. Pero ahora hay aditivos por todo y la comida no expresa nada de la vida, es artificial, no tiene energía, nuestro instinto no sabe si la necesitamos o no para sobrevivir. Los sonidos bruscos y potentes embrutecen la capacidad para percibir lo sutil y para conocer de antemano quien se acerca, si los pájaros nos están dando una señal de alerta o están saludando a alguien conocido, etc. Y ¿cómo permitir que el olfato nos guíe hacia el otro/a si eso rompe los rígidos esquemas sociales establecidos para la relación sexual y el matrimonio? Ni siquiera el abrazo está libre de juicio, y si permites un abrazo intenso es como si estuvieras invitando a un hombre a tu casa. Por eso incluso los jóvenes no pueden hacerlo con su madre después de haber entrado en la pubertad… Así el cuerpo no conoce el placer, es inorgásmico, no vive a través de la alegría, y debemos devolverle sus atributos primarios, hacerlo sensitivo de nuevo, abrir todos los candados que oprimen los ojos, los oídos, la piel, el gusto y el olfato.

2- La segunda capa está hecha de principios sociales, filosóficos, políticos, y especialmente religiosos. Ser agresivo, buscar el éxito, dominar o expresarse como un sabio maestro han sido hasta hace poco tiempo los principios masculinos. Y durante siglos la mujer ha sido educada para obedecer, para ser sumisa, atender a la casa y a los hijos, administrar sobriamente los recursos, sacrificarse por los demás… Así se desaprende el pasado, se recupera la conciencia inocente y libre del niño, se manifiesta la ligereza del que fluye con la vida.

3- La tercera capa es mental e incluye todas las explicaciones, argumentos y racionalizaciones que llevas contigo para justificar cada acto y cada límite que obedeces. Todo ha sido aprendido en libros o del exterior y su repetición no expresa más que un filtro intelectual que nos ponemos delante para evitar vivir intensamente la vida y fluir sin límites. Es el mundo intelectual, poco racional, y esta capa quiere poner énfasis en lo que decimos más que en quien lo dice. Así el pasado aparece como una muralla, mientras que el aquí y ahora, lo real, se manifiesta siempre como un paso o puente hacia el momento siguiente.

4- Luego está la emotividad sentimentaloide tan cercana a esas gentes cuya naturaleza femenina dirige sus vidas, sin estar equilibrada con el aspecto masculino del ser. Sea lo que sea que sientes, pasa a la acción. No te quedes lamentándote y llorando con desconsuelo, porque esa es la expresión de un doble corazón, de un corazón falso e hipócrita.

5- Después están los instintos reprimidos y corrompidos socialmente. La cabeza debe pensar, el corazón tener sentimiento, el vientre dar impulso, y el sexo actuar como sexo, sin que todo se mezcle. No podemos llevar el sexo en la cabeza (pornografía, fantasías), ni mezclar los sentimientos con las obsesiones sexuales, porque así nunca alcanzaremos de nuevo el equilibrio. Cada cuestión ha de sanarse en su propio centro de origen y el cuerpo entero recuperará su armonía original.

6- Hasta la intuición puede estar alterada especialmente por el exceso de razonamiento mental. Se comienza con argumentos elaborados y se llega a una conclusión, pero la intuición va directa al objetivo. Muchos inventos y fórmulas matemáticas se han alcanzado así, con saltos cuánticos intuitivos. Sin saber cómo, ha llegado la solución, y luego han hecho falta años para elaborar el proceso lógico. Las mujeres tienen más intuición y su camino para acceder a ella es más directo, porque en los hombres sólo se manifiesta cuando la mente está desfallecida, cuando has dejado a un lado las ideas fijas y eres capaz de lanzarte al vacío de la creatividad. Has de estar en total armonía contigo mismo para que la intuición se manifieste segura.

7- Y entonces llegamos casi al centro de la cebolla. Surge el reflejo más ilusorio sobre el que se soporta todo lo demás: el ego. Lo que nos dice que somos especiales, únicos, irrepetibles, que tenemos que defender lo que hacemos como la gran verdad, etc. Es el momento de romper el espejo humeante del pasado para que la verdad pueda surgir. Detrás está la individualidad real, el no yo de buda, el alma vacía del ser único. Es el momento de que ofrezcas todo lo que eres al espíritu y te conviertas en un cristo vivo peregrinando por las sendas de gaia.

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