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(tret de: http://www.emiliofiel.com/2013/01/25/6658/)
El Amor en los tiempos del pánico - Emilio Fiel (Miyo)
Del polvo cotidiano y el placer sexual, al amor lúcido y al éxtasis espiritualEl amor es un estado interno, una cualidad del ser, y no una relación con alguien ni una chispa casual con la que uno se encuentra al doblar la esquina. El amor no es algo a buscar en el exterior sino a desarrollar internamente. Nadie puede encontrar a su llama gemela o a su pareja cósmica fuera, ni puede equilibrar lo masculino y lo femenino en contacto con su amante. Incluso tendrás que hacer el amor con tu contrapartida polar antes de encontrarla fuera, porque todo sucede dentro de ti. Lo masculino y lo femenino que yosoy, el sentimiento y la voluntad, tienen que encontrarse en el canal central, que une tu parte derecha y tu parte izquierda. Primero tienes que experimentar el amor interno, luego podrás compartirlo con una pareja, y más adelante florecerá en ti el amor incondicional.
Por tanto, el amor no es un abalorio que podamos coleccionar, sino más bien el perfume del ser. Y no existe antes de que comiences a buscarlo, así que tu propia búsqueda de este misterio oculto, lo va creando en tu vida. Buscas la perla negra que no existe y al buscarla la vas trayendo a la manifestación, la vas haciendo crecer dentro de la concha del corazón. Es como la búsqueda del grial, que al principio es tan sólo una leyenda popular, y que poco a poco va floreciendo en tu interior, siempre que sepas encontrar las respuestas adecuadas, y realizar que el grial sólo sirve a un rey, al espíritu impersonal y nunca al ego personal.
Por tanto no se trata de comparar ni de relacionar al hombre con la mujer, todo es uno y sucede en el interior del hombre y en el interior de la mujer. Cada cual buscando ser redondo, completo, sin medias naranjas ni necesidades externas. Es la vida o el presente visto desde dos puntos de vista, el del día y el de la noche, el de lo masculino y el de lo femenino, el de la voluntad y el del sentimiento.
Para un ser divino como tú no hay sólo una pareja cósmica, sino que varias personas distintas, simultánea o sucesivamente, pueden cumplir este papel para ti. Basta con que sientas que alguien resuena en tu interior, que vibra con tu corazón, para que sea durante un tiempo tu alma gemela. Lo primero es asumir que la verdadera diosa está dentro de nuestro cuerpo de hombre y el verdadero dios dentro del cuerpo de la mujer. Ésa es la llama gemela, y quienes juegan este papel en lo externo son un reflejo de esta relación esencial. Y este encuentro con el amor nunca te hará sufrir. Lo único que te hace sufrir es el miedo, la posesividad, la mentira de que alguien te pertenece. Pero esto no es posible, todos pertenecemos al espíritu y nunca a otra persona. Es hora de que aprendas a amar sin poseer, de que dejes partir a tu pareja antes de que se vaya, de que luches por su libertad tanto como por la tuya. No te quedes enganchado en el juego emocional a ninguna relación, por bella que haya sido. Agradece y di adiós. No es posible convertir a nadie ni mejorarlo. No hay pérdida, sólo cambio. La vida continúa y el dios/diosa tiene muchos rostros.
¿Cómo hacer para que lo femenino confíe de nuevo en lo masculino y pueda disolverse con él en un estrecho abrazo, y que lo masculino acepte que es la diosa la que ha de guiar la apertura de su pecho, en el camino hacia el sentimiento profundo? Ni tu ni yo somos sólo hombres o mujeres, todo se mezcla y ambas polaridades están presentes en cada uno de nosotros. Cuando amo a la diosa que soy, se qué dar a lo femenino y se también qué y cómo recibir de lo femenino. En lo externo (pecho y vientre) somos muy distintos y diferenciados, pero ambos polos son imprescindibles para alcanzar la unidad del ser y poder comunicarnos con el cielo y con la tierra. Si somos completos buscamos parejas completas y relaciones basadas en la libertad, en la entrega y la pasión, y en la confianza mutua. Estás unido a la diosa dentro y encuentras a su hija fuera. Estás casada con el shiva interno y encuentras al guerrero místico fuera.
Hoy lo esencial es la transformación de la energía masculina porque, a pesar de lo que se cree, el hombre teme mucho más a lo masculino profundo que a lo femenino. Se trata de la apertura hacia una sensibilidad y una creatividad que honre en todo momento a la energía femenina. Y desde hace algunos años esta energía está descendiendo sobre nosotros. Es imprescindible que lo masculino se una con cariño y ternura a lo femenino para crear juntos la nueva era. Pero aún queda mucho de la vieja energía revolviéndose en el fango del miedo y la violencia. Y se resiste a desaparecer, por ello sigue expresándose en las muertes y violaciones, en los malos tratos y la prostitución, en la pornografía y el desprecio a todo lo femenino. En muchos hombres el rechazo a la madre que domina su vida, se refleja en su manera de tratar a su mujer y a sus hijas.
Y llegamos a un tema esencial, el papel de la madre en la destrucción de lo masculino sobre la tierra. ¡Qué fácil sería todo si el feminismo radical tuviera razón y el hombre fuera el causante de todo el desaguisado machista! Pero aquí, entre nosotros, todo viene en parejas y nadie se libra de estar implicado. Así que primero asumir, sin justificar, los excesos violentos y asesinos de tantos hombres abandonados, que se sienten como bebés de pocos meses dejados en la cuneta por su propia madre. Perdón a todo el género femenino por las brutalidades de los que no aman a la diosa y ni siquiera tienen arquetipos en el cristianismo para lograrlo (la santa madre iglesia, está claro que no es inocente).
Hoy los hombres no han abandonado la presencia materna en su paso a la madurez (ni siquiera existen iniciaciones a la madurez, mentores, o arquetipos masculinos dignos de imitación), y así van las cosas. Antiguamente era un deber para las madres dejar libres a sus hijos al llegar a la pubertad, pero hoy (y las excusas son sin importancia) ellos siguen en casa después de los veinticinco, y a veces de los treinta, y para entonces el daño es casi irreparable. Pero si además la relación con el padre ha degenerado en desidia, cuando no en combate abierto o en control permanente, entonces se trata casi de un incesto psíquico encubierto, en el que la madre se aferra al hijo por despecho hacia lo masculino representado por la energía paterna.
Los mil problemas de lo masculino enmadrado son sólo un gran problema, mamá. En nombre del amor materno, y de la ausencia de imagen masculina (el padre siempre fuera o en sus cosas), el plexo solar de estos aspirantes a hombres está desbocado (es un centro emocional femenino) y el vientre (serenidad, propósito sobriedad emocional, valor, disciplina) es inexistente. Resumamos para terminar lo que puede pasar si llevamos al extremo este cuelgue adolescente hacia lo femenino: drogodependencia por falta de disciplina interna y de control; explosiones emocionales desbordadas; eyaculación precoz, pornografía visual, exceso de masturbación u obsesiones sexuales ambiguas; caos mental, depresión y falta de visión de futuro; predisposición al suicidio; incapacidad para asumir el dolor; contagio directo de los mil males que circulan a su alrededor y que actúan como energías descontroladas penetrando por el plexo solar; falta de capacidades para materializar los sueños, etc. En el lado positivo existe una gran sensibilidad, una tendencia hacia lo interno y lo espiritual, gran creatividad y desarrollo de la polaridad femenina en un cuerpo masculino…
Así pues, las madres protectoras no sois inocentes de lo que pasa en el mundo de vuestros hijos. Y estar atentas, porque algunas os ponéis firmes en la denuncia a médicos y terapeutas por su ineficacia en el trabajo de arreglar sus desarmonías. Os sentís con derecho a poner el mundo patas arriba, pero eso sí, evitando mirar debajo del alfeizar de vuestra propia puerta. La verdad es que estáis implicadas hasta la médula en todos esos conflictos, y eso sin necesidad de culpabilizaros de nada, tan sólo por una errónea interpretación de lo que llamáis amor materno. ¿Qué os preocupa? ¿Qué vuestros hijos estén atados a las drogas, al alcohol, que no encuentren el amor, que no asienten la cabeza y se desborden en emociones negativas, que quieran morirse y que tarden en explotar pero cuando lo hacen se vuelvan muy violentos?
Pues ya sabéis donde está la solución. Alejaros de ellos o alejarlos de vosotras, porque los estáis castrando y estáis destrozando su vida con la mejor voluntad. Es el momento de vivir con el padre (por extraño o impresentable que sea) o de comenzar una vida independiente. Y sobre todo apoyar los caminos en que puedan recapitular lo femenino (para liberar los recuerdos del pasado) y los encuentros con otros hombres para apoyar su masculinidad. Así como los deportes de fondo, y las experiencias en que han de afrontar sus miedos y tomar decisiones en situaciones de riesgo.
Pero no nos desmadremos (nunca mejor dicho). En los últimos párrafos he querido hacer hincapié en la parte oculta de la ecuación, el papel de la madre sacrificada y doliente (¿qué voy a hacer si mi hijo no encuentra trabajo?), pero eso de ninguna forma exime al joven de la dura batalla que ha de enfrentar para transformarse en adulto. Da lo mismo si las iniciaciones tradicionales se han perdido, porque inmediatamente la vida las sustituye por otras situaciones que exigen decisión, fuerza y valentía, aunque los desafíos surjan en este caso en el núcleo del hogar o de la amistad. Salir de la seguridad, de la adolescencia (a los veinte), de la profesión tan cómoda de hijo, se hace cada día más difícil. Una batalla para buenos guerreros. Y por eso la matrix (el sistema interiorizado que nos controla), muy sabia ella, insiste en que estudiemos hasta los 25, cierra el grifo crediticio a los jóvenes, especula con el precio de las viviendas, los mantiene sin trabajo, etc.
Es hora de recapitular la situación. Desde luego que la primera responsabilidad es masculina. Los hombres tienen que dejar el cubículo materno para hacerse hombres. Y prácticamente nadie puede lograrlo conviviendo con su mamá, aunque sea a una pequeña distancia. Así que la energía interna nos empuja lejos y sólo el miedo nos controla. Todos pasamos por esto, y todos sabemos que el control materno nos saca de quicio sin poder explicar por qué. Para comenzar hay que abandonar a la madre que nos transmite las normas sociales y religiosas de la vida burguesa (desde el vacío sin forma que representa lo femenino y la abducción que nos produce). Luego caminar hacia el desarrollo de la personalidad a través del padre (eso representa la mayoría de edad). Y más adelante volver a la madre ya hechos hombres (en paz con ella y con una pareja al lado) para que su fuerza se convierta en espíritu, en búsqueda interna y no en sumisión. Por ahora vamos a dejarlo así, pero en los siguientes capítulos volveremos a tratar un par de veces este mismo tema desde diferentes puntos de vista.
¿Hay remedio para este desaguisado? Para eso trabajamos los grupos de hombres (los encuentros sobre la nueva masculinidad consciente, sensible y creativa). Hay que recapitular lo femenino, bajar al vientre, afrontar los desafíos de los cuatro elementos, tener arquetipos masculinos claros (ninguna mujer puede enseñar a un hombre a ser hombre, ni viceversa), y vibrar con la pertenencia voluntaria al género masculino y al encuentro con los amigos.
Extracto del nuevo libro de Miyo “Eres mi diosa”
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