Matías di Stefano nos habla de su camino personal y este mensaje cuadra al 100% con lo que me pasa
1- confianza: hay que dejarse ir, confiar,
2- vanidad, importancia, responsabilidad: resquicios del viejo mundo que nos atan y que tenemos que dejar ir para dejar libre al corazón.
Confío, confío, confío.
Os dejo con su precioso relato:
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Mis
Disculpas a los asistentes
Antes de comenzar con el relato de esta tierra, la IV Región
de Chile, quería pedir disculpas por lo sucedido.
Para aquellos que no están enterados, al llegar a esta tierra
semiárida comencé un fuerte proceso interno que me impidió hablar. Todo parecía
que sería una charla sin ningún tipo de dificultad, como cualquier otra, en la
que habíamos llegado bien y todo seguiría igual… pero la energía de la Tierra
me despertó algo contra lo que no pude.
Ya había personas encargándose de la activación, aunque no de
la misma forma que lo haría yo, algo que desconcertó a las personas que venían
siguiendo el camino, pero de una u otra forma, todos estaban aportando de sí
para que el encuentro se lleve a cabo.
Había unas 100 personas presentes más o menos, que habían
llevado sus instrumentos y todo su ser, muchos sin conocer nada sobre el Camino
pero resonando en él… A todos ellos quería pedir disculpas por no haber podido
decir ninguna palabra… y agradecer por el hecho de que hayan hecho lo que
tenían que hacer.
Especial agradecimiento a Carolina Herrera quien estuvo allí a disposición para todo el encuentro de Coquimbo. Gracias!
Coquimbo… la Herradura
En la entrada a la ciudad de Coquimbo, unos 20 km antes de La
Serena, se extiende una bahía con forma de cuenco, a la cual se llama Playa
de la Herradura.
Según la historia, unos piratas habían llegado hasta allí
para esconder un enorme tesoro de las fauces españolas, y lo sumergieron en el
centro de la bahía. Como me dijo Glauco en la playa: “tal vez aquí esté escondido el
tesoro del Corazón”.
Coquimbo y La Serena, son los nodos sociales por donde
ingresa la energía del océano y del sur, alimentando la sangre que bombea el
Corazón. Entre la IV y III Región de Chile, desde Ovalle a Copiapó, se
extienden las vértebras que alimentan al Hígado, Pulmones y Corazón, pero todas
corresponden al latido del Corazón.
La Bahía de la Herradura, es la primer Válvula por la cual la
sangre fluye hacia el interior, reconectando el agua con la tierra, el aire con
el fuego, en los 4 puntos. Es el comienzo de la energía que permite al Hígado
procesar emociones y vivencias antiguas, para dar pureza al proceso de
iluminación e irradiación del corazón, pasando desde el amor, al amor
incondicional, preparándonos para el amor universal.
El enfrentarnos a algunas cuestiones, sería necesario en este
tramo.
¿Quién soy para mí y quién soy para los demás?
Hablando de lo personal, intentaré con la experiencia
hacerles llegar la reflexión de esta tierra de purificación.
Desde el mes de Octubre de 2011, comenzó un recorrido nuevo
para mí en que prácticamente sin cesar, he estado trabajando con la energía de
la Tierra, conectándome cada dos días con un sitio diferente, hablando con la
gente de esos sitios, con los espíritus custodios de ese sitio, alineándome con
la energía de ese territorio, algo que no he dejado de hacer en estos últimos
12 u 11 meses. Los últimos 6 fueron los más fuertes, en que entre procesos
propios, vivía también los generales e interdimensionales, sosteniendo sin
dejar caer, siguiendo adelante. Este proceso, hace que cada tierra a la que uno
llegue, pegue directamente en tu cuerpo como si fueses ella misma.
El ingreso al chakra Corazón, implicaría pues, ponerme frente
a las viejas cuestiones del corazón. Para muchos, es normal pensar que la labor
del Corazón, o sentir con el corazón, implica ser amoroso, implica las
relaciones de amor, pero en realidad, no sólo tiene que ver con ello, sino
también con la forma en que uno mismo se ve, y la manera en que irradio a los
demás y me permito ser irradiado. Es el servicio, la misión, el logro, el impulso
que nos lleva a movernos, es la sensación de unidad, de la intención, lo que
nos lleva a veces a apegarnos, o a temer al fracaso por no lograrlo, por no
estar en equilibrio, y el corazón, siempre necesita de ese amor que vibra, sin
ataduras, sin preconceptos, que lo lleve a cumplir sus más divinos objetivos en
amor y resonancia, en libertad.
Cada persona tiene una forma diferente de sentir este chakra,
pero al pasar por las vértebras, por la espalda, por aquella parte que no
vemos, si estamos alineados hace mucho tiempo con las energías de la tierra,
enseguida repercute sobre nosotros lo que ella nos representa: la historia, lo
realizado, lo que nos sucedió, nuestros temores y fracasos, nuestro
desequilibrio, y a enfrentarnos al apoyo o soledad en el proceso.
Personalmente, al ver esa playa frente a mí, miles de
recuerdos se me vinieron… esta bahía era idéntica a aquella en la que los
sacerdotes nos enseñaron todo lo que hoy sé… La vida en que todo comenzó para
mí, en las costas del Mediterráneo, aquella vida en la que por primera vez vi
la Esfinge, vi el plan del Ater Tumti, oí la leyenda del Harwitum, aquella
tierra que me dio las bases para esta vida, la vi reflejada en la Herradura.
Las charlas en el mar, sobre el futuro, sobre qué haríamos…
Fue allí donde junto a hermanos, amigos y parejas, debatimos sobre cómo
sostener el Plan durante la Noche, y qué haríamos al volver al Día Galáctico...
allí, en un instante, reviví la constante sensación de fracaso: ¿Qué hicimos
mal? ¿Por qué la Humanidad se estancó tanto? ¿Acaso no fue lo correcto?
Sobek fue el único que en aquel momento me sostuvo, me ayudó
a seguir, a confiar, y en ese instante, no pude hacer más que necesitar ese
sostén.
Hoy, tras 10 mil años de historia, me estaba volviendo a
hacer el mismo planteamiento: ¿lo estamos haciendo bien? ¿estamos recibiendo el
Día de la misma forma que recibimos la Noche?
El esfuerzo de muchos, la muerte de muchos, por permitir
aquello que llamábamos Emessdah, la Memoria, caía sobre mis hombros de nuevo.
Unos piensan que recordar es un don… pero cuando vives todas
tus vidas en una, suele ser en realidad una pesadilla. En ese momento me
cuestioné tantas cosas, sobre qué estoy haciendo, hacia quien lo estoy
haciendo… el Mensaje llega como debe llegar? Estamos realmente volviendo a
despertar…?? Y si tras todo el esfuerzo, nada sucede?? Necesitaba el apoyo de
Sobek nuevamente, y reviví los mismos temores que a orillas del Mediterráneo
hace tantos milenios.
Estallé en lágrimas y las palabras no podían salir de mí. No
estaba en condiciones de dar mi repetitivo discurso sobre el cambio, pues
podría confundir más a la gente que lo escucharía. Opté por el silencio, y por
pedir perdón a los presentes entre lágrimas por no poder hablar.
Esta tierra, cada vez más árida, nos acerca hacia Uno Mismo.
Como decían los hebreos… Siona, el desierto, la tierra que nos permite la
conexión divina. Cuanto más te acercas al desierto, más te observas, y aquí, en
la espalda, observamos la historia, observamos nuestro camino… ¿qué cosas
tenemos solucionadas?
Esa tarde, no pude más que dormir, soñando todo el tiempo con
la misma situación, y Sobek, esta vez, perdido, tal vez más aún que yo.
La Vida me permitió saber a los 13 años, que vivía en Italia,
y no dejé de buscarlo nunca… incluso mis viajes a Italia los hice siempre
observando a mi alrededor esperando encontrar
aquella persona que hacía 10 mil años me había sostenido en el mismo
proceso en el que me encontraba hoy.
Recién fue en Finisterre, el fin de las tierras, el fin del
Camino del Corazón, donde pude encontrarlo… el aire había vuelto cuando en
cierta forma nos reconocimos, sabía que estaba allí. Comprendí que la vida nos
ofrece conexiones, regalos, dones, en los momentos en que nos atrevemos a
soltar una parte de nosotros. Estos son tiempos en que las cosas que hemos
esperado durante mucho tiempo, se dan sólo si nos atrevemos a dar un paso hacia
delante y cambiar.
Cuando desperté, sin dudarlo, tras meses sin saber nada de
él, le escribí, sin esperar una respuesta… la cual sorpresivamente, llegó al
instante. Él, en Italia, estaba viviendo lo mismo, la misma sensación, y estaba
pidiendo a gritos ayuda al Universo, cuando le llegó mi mail.
En ese instante, frente a la bahía, la válvula que permite el
ingreso de la sangre al Corazón, tras tanta taquicardia sufrida esa tarde,
volví a respirar. El Universo está esperando sólo que nos dejemos llevar por lo
que tenemos que hacer en cada instante, en que nos dejemos llevar por la
energía de la Tierra.
La responsabilidad es un karma muy viejo para mí, como para
muchos de ustedes.
Esa tarde sentía que le debía mucho a la gente presente, pero
a la vez, la responsabilidad de miles de personas que han depositado una
intención en estos Caminos, en el Futuro que estamos construyendo… pero la
verdad era que si uno no se deja estar en la Tierra, y que la Tierra a veces
nos dé sus abrazos, y nos haga vivir la historia en lugar de contarla… ningún
discurso tendría sentido.
Allí mis guías, en tono de padres y madres me dijeron: Deja la responsabilidad de hacer aquello que
sabes no debes hacer… TÚ ERES EL MENSAJERO, No el Activador, son las personas
quienes activan, tú vienes a dar el mensaje, no pierdas energías que debes
ofrecer a tu voz…
Esas palabras fueron para mí, pero este mismo mensaje se los
dejo a todos.
El Corazón nos ofrece la posibilidad de sanar nuestros
dolores más ancestrales, de volver a latir hacia el frente algo nuevo, el mismo
Universo nos dispone las sorpresas día a día para lograrlo, las respuestas en
uno, y en los demás, sólo tenemos que dejarnos llevar por la corriente, por el
latido. Lo que el Corazón nos hace ver, es quienes somos, cual es nuestro rol
para con nosotros y con los demás, que los que nos han apoyado, siempre estarán
allí, tras días o milenios, de una u otra forma, nunca estamos solos.
Es en estas tierras, en alinearnos con estas tierras, que nos
permiten darnos cuenta de nuestra verdad en el Plan, es este Corazón el que nos
da el impulso para realizarnos e irradiar, estemos donde estemos.
Estamos encendiendo el fuego del Corazón para todos, debemos
todos sentir ese gigante latir caluroso en nuestro pecho, en nuestra
respiración. Sientan el fuego atacameño en sus espaldas, obsérvense en el
desierto, y podrán ver su corazón: Quién Soy, Qué hago, Hacia dónde Voy…
La simpleza complementa la inmensidad, el recuerdo nos sirve
para reconocer el siguiente paso y darlo de la mejor manera posible.
Es momento de saber qué rol ocupamos con nosotros y con los
demás, liberándonos de las responsabilidades… cualquier camino que estemos
realizando, es propio, y es de todos…
Pero este instante es el que el Universo nos pregunta:
“¿Estás dispuesto a dar el primer paso hacia ti mismo?”
Con todas esas cuestiones, con esa nueva intención, la paliza
emocional del ingreso al Corazón, eleva con sus activadores, la Serena
intención de enviar la luz y la sangre hacia el centro del Valle del Elqui,
allí donde se da el impulso de nuestra respuesta, del Ser, del Hacer, del
Cocrear, del Amar, mientras quienes abren camino, con la mente en el desierto y
el corazón latiendo cada vez más fuerte, se dirigen hacia el centro del mismo,
abriendo las puertas de la Historia del Corazón, extendiendo sus redes hacia
todo el territorio: Copiapó.
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