¿Qué pasó con sus padres?
Entraron
los militares en casa, los secuestraron, los torturaron durante semanas
en una celda, los asesinaron y sus cuerpos no han aparecido.
[...]
Fui dj en la radio musical, gané dinero, alcancé popularidad, coche, muchas novias...
Qué bien.
Era
incapaz de comprometerme con una mujer. ¡Hoy sé por qué! Dentro de mí,
temía ser abandonado por una mujer... como siendo bebé. ¡Por eso tenía
varias mujeres!
¿Y le preocupaba eso?
Sentía
que algo no estaba bien dentro de mí, aunque afuera pareciese que sí.
Entonces me quedé sin trabajo, y me deprimí, enfermé... Seguí un
tratamiento, hasta que mi psicoterapeuta dictaminó: "Yo ya no puedo
hacer más: a ti te curarán los indios".
¿Qué indios?
Poco después, un chamán indígena me indicaba el árbol bajo el que debía pasar varios días en soledad y ayuno casi total...
¿Para qué?
Quise probar. Y resistí. A la quinta noche, estando acostado, oí una voz en mi cabeza: "Ahora sabrás lo que le pasó a tu madre".
¿Se asustó?
No. Me desplacé por túneles subterráneos hasta desembocar en una celda, tumbado boca arriba, y sentí lo que mi madre sintió...
¿Y qué sintió?
Dolores
terribles mientras la violaban durante días, con un único pensamiento:
"¡Dios mío, que mi niño esté bien, que no le pase nada a mi hijito,
cuánto le amo!".
Qué espanto.
Y una voz iba
contando meses de mi edad: al llegar a "dos años y dos meses y medio",
sentí un gran dolor, la luz del techo bajó... y fin. Y volvió la voz:
"Ahora, tu padre".
¿La muerte de su padre?
Aparecí
en otra celda, sentí lo que sentía él: dolor físico y este solo
sentimiento: "¡Que a mi esposa y a mi hijo no les pase nada!". Luego la
cuenta: "Dos años y tres meses". Dolor de huesos quebrados, agua que me
sube hasta la cabeza... y una luz y luego la paz.
¿Le cambió esa experiencia?
Entendí
que no había sabido conectarme con el amor de mis padres, que había
vivido con rabia y rencor. Me abracé a su amor y me perdoné. Hoy vivo en
el amor.
¿Se ha reconciliado con la vida?
Sí.
Hace pocos años, el vicepresidente me dio un documento que reconoce la
tortura de mis padres y que resistieron hasta el 2 de mayo de 1978. Yo
le solté: "¡Según mi fuente, mi padre murió quince días después!".
Es lo que su visión le reveló, ¿no?
Extrañado,
rebuscó en los archivos y tuvo que rectificar: "Su fuente tiene razón,
¡ha habido un error! Aquí veo que su padre fue arrojado al Río de la
Plata el 16 de mayo". ¡Los huesos rotos, el agua que le subía...!
¿Qué haría si hoy se topase con los asesinos de sus padres?
Uno
me confesó haber hecho todo eso a otras personas, y me imploró que le
perdonase: "Nada tengo que perdonarte: ¡sólo tú puedes perdonarte a ti
mismo!", le dije.
¿Cómo es hoy su vida?
Cuento mi historia y ayudo a otros a vivir de acuerdo con la ley del amor.
¿Y cuál es la ley del amor?
Da
todo el amor que puedas, pide todo el amor que necesites. Y todo lo que
hagas a otros te lo haces a ti... Y, con un proverbio cheroqui, enseño
que juzgar no es amar.
Enséñeme el proverbio cheroqui.
"Siempre que señales a alguien... fíjate en que tres dedos están señalándote a ti".
Grandísima La contra de la vanguardia
Queremos evitar el dolor, queremos evitar el sufrimiento, queremos no perder pero tenemos que darnos cuenta de que lo importante no es lo que te sucede es amar mientras te sucede y todo saldrá bien.
ResponEliminaGràcies, gràcies i gràcies :-)