Hablo a todo el mundo. Constantemente. La cuestión no es a
quién hablo, sino quién me escucha. Pero vamos a cambiar la palabra hablar por
la palabra comunicarse; resulta más completo y más apropiado. Y rara vez me
comunico con palabras.
Mi modo usual de comunicarme es por medio del sentimiento. Si quieres saber hasta qué
punto algo es cierto para ti, presta atención a lo que sientes al respecto. A
veces los sentimientos son difíciles de descubrir, y con frecuencia aún más
difíciles de reconocer. Sin embargo, en tus más profundos sentimientos se
oculta tu más alta verdad. El truco está en llegar a dichos sentimientos.
También me comunico con el pensamiento. Al comunicarme con el pensamiento, a menudo utilizo
imágenes.
Y además utilizo también el vehículo de la experiencia, que es un magnífico medio
de comunicación.
Finalmente, cuando fallan los sentimientos, los pensamientos
y la experiencia, utilizo las palabras.
En realidad, las palabras resultan el medio de comunicación menos eficaz. Están
sujetas a interpretaciones equivocadas, y muy a menudo a malinterpretaciones.
Pero no todos los sentimientos, ni todos los pensamientos,
ni toda la experiencia, ni todas las palabras proceden de mí. Muchas palabras
han sido pronunciadas por otros en mi nombre. Muchos pensamientos y muchos
sentimientos han sido promovidos por causas que no son resultado directo de mi
creación. Y muchas experiencias se derivan también de dichas causas.
La cuestión consiste en discernir. La dificultad estriba en
saber la diferencia entre los mensajes de Dios y los que proceden de otras
fuentes. Esta distinción resulta sencilla con la aplicación de una regla
básica:
Vuestro pensamiento más elevado, vuestra palabra más clara,
vuestro sentimiento más grandioso, son siempre míos. Todo lo demás procede de
otra fuente.
El pensamiento más elevado es siempre aquel que encierra
Alegría. Las palabras más claras son aquellas que encierran Verdad. El
sentimiento más grandioso es el llamado Amor.
Alegría, Verdad, Amor.
Tret de: Conversaciones
con Dios, Neale Donald Walsch
Diga-li Déu, diga-li jo superior, diga-li àngel de la guarda, l'important no és l'emissor sinó el missatge.
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