dijous, 22 de novembre del 2012

"Evolucionaremos hasta poder corregir lo vivido"

Mis cuatro abuelos eran europeos; mi padre, polaco y mi madre, italiana, gente modesta de Queens. Un día mi profesor les mostró los resultados de mi test de inteligencia...

¿Y...?
Les aconsejaron caros colegios para superdotados, pero tuvieron el acierto de dejarme en la escuela pública. Soy un orgulloso producto de la igualdad de oportunidades, aunque iba siempre dos cursos adelantado.

Esa escuela gratuita dio un Nobel, pero la universidad en EE.UU. es cara.
Tuve becas. A los 15 años ingresé en la Universidad de Chicago y tras graduarme fui a Princeton y me enamoré de la física: soy incapaz de dejar un puzle sin completar.

Y antes de acabar el doctorado, ya había logrado el descubrimiento del Nobel.
Tuve la suerte de encontrarme con David Gross y empezamos a investigar juntos la fuerza que mantiene unido el núcleo del átomo. Enunciamos una teoría matemática que la explicaba de modo armónico con Einstein y la mecánica cuántica: es la cromodinámica cuántica (QCD).

De este modo describieron ustedes la partícula más elemental de la materia.
Y en ella coinciden lo más pequeño y lo más grande: el cosmos. Y todo concuerda.

Y ahora en el CERN se van comprobando sus teorías y las de Einstein.
Lo mejor está por llegar. Es la demostración de la supersimetría, y tardará cinco años.

¿En qué puzle trabaja usted ahora?
Vivo una pequeña regresión creativa. Estoy volviendo a hacerme las mismas preguntas que de niño con -creo- mejores respuestas.

Por ejemplo.
Cuando pensamos en el universo, nos sentimos enanos y nuestra vida parece cortísima.

Pasa con sólo mirar las estrellas.
Pero la gente no piensa en la relatividad o el cosmos: está ocupada en satisfacer necesidades materiales: comida, casa, compañía...

O inventándose otras.
... sin integrar en su vida cotidiana lo que la ciencia ha demostrado; pero si se molestara en aprenderlo y asumirlo, mejoraría también el modo en que piensa y vive.

Por ejemplo.
El GPS con el que muchos se orientan por la ciudad demuestra a cada instante la relatividad de Einstein. De igual modo, la muerte y la angustia que causa tendría otro sentido si aceptáramos que el tiempo no transcurre...

Eso es más difícil que mirar el mapa.
... sino que todos los seres estamos incrustados en el espacio-tiempo. La existencia no pasa, sino que es. El espacio-tiempo es un todo en el que todos estamos encastados.

Pero eso no me afecta ahora mismo.
Lo que ve y puede demostrar con sus sentidos es sólo una mínima parte de lo que ha probado la física. Si lo acepta, le afecta.

Veamos.
Está usted hecho de tantos átomos como estrellas el universo y, del mismo modo que hoy es fácil usar el GPS, pronto va a ser muy fácil que esta conversación tenga lugar en tres dimensiones. Eso es muy sencillo.

¿Telepresencia tridimensional?
Avanzamos superando paradigmas, y los saltos de nuestra inteligencia son cuánticos: nuestro cerebro crea prótesis que mejoran exponencialmente como los ordenadores y se potencia a sí mismo también de forma exponencial: esa es nuestra singularidad.

¿Cómo lo sabe?
Porque estamos dominando el océano como exploramos el espacio: porque están ahí. Somos el fruto de una serie de accidentes afortunados que nos han hecho evolucionar hasta la conquista de un universo que apenas hemos iniciado. No digo que no haya otros seres inteligentes en otros planetas, pero nosotros somos muy singulares.

Pero nuestra vida no se repite.
Si la piensa sólo como sus antepasados, no la entenderá repetida; pero si entiende lo demostrado en física teórica, también aceptará que seres evolucionados a partir de nosotros serán capaces de hacer y deshacer la línea del tiempo de los universos paralelos.

Como las parcas.
Y sé que la descripción del mundo físico existente y demostrable pero no perceptible causa entre desasosiego y escepticismo, porque es más cómodo vivir aferrado a lo inmediato y perceptible; sin embargo, cuando aceptas el todo y lo integras en tu vida, te proporciona una gozosa armonía.

A usted le veo ilusionado y feliz.
Keats se quejaba de que la ciencia estaba arruinando el mundo al desentrañar el arco iris; pero yo he encontrado en las ecuaciones de la física teórica una fuente de placer y plenitud. Y cualquiera que se asome al mundo con la mente abierta puede sentirlo.

¿No le fastidia saber que se va a morir?
Si sólo pienso en la vida como una realización de mí mismo y la consagro a mi único placer y la confino en mi ego, es cierto: te mueres y con ello ese ego tuyo enorme.

Visto así, mejor morir y librarse de él.
Por eso la muerte tiene parte de liberación, pero cuando has sido capaz de trascenderte en la comunidad, en una red que pasa de generación en generación de sentido y conocimiento, es sólo un tránsito.


El más allá, más aquí
Nos asomamos con Frank A. Wilczek al más allá de lo que percibimos, pero sin salir nunca de lo empíricamente demostrable... ¡Y es alucinante! El tiempo y el espacio no pasan: son. Y pueden transcurrir de formas infinitas y paralelas. De ahí que el Nobel suponga que seres evolucionados a partir de nosotros mismos llegarán a rectificar las diversas líneas del tiempo posibles y a elegir entre ellas. ¿Vida eterna? Sí, pero no para nuestro yo como lo concebimos, sino para sus posibilidades de trascenderse en comunidad o en red o en conciencia universal. Algo que antes de ser deducido por Einstein o Wilczek ya había sido sentido por grandes meditadores.

1 comentari:

  1. No estoy del todo de acuerdo con lo que dice pero me encanta cómo lo plantea y cómo al final la forma de plantear la vida sí coincide.

    Bonito :-)

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