Mis cuatro abuelos eran europeos; mi padre,
polaco y mi madre, italiana, gente modesta de Queens. Un día mi
profesor les mostró los resultados de mi test de inteligencia...
¿Y...?
Les
aconsejaron caros colegios para superdotados, pero tuvieron el acierto
de dejarme en la escuela pública. Soy un orgulloso producto de la
igualdad de oportunidades, aunque iba siempre dos cursos adelantado.
Esa escuela gratuita dio un Nobel, pero la universidad en EE.UU. es cara.
Tuve
becas. A los 15 años ingresé en la Universidad de Chicago y tras
graduarme fui a Princeton y me enamoré de la física: soy incapaz de
dejar un puzle sin completar.
Y antes de acabar el doctorado, ya había logrado el descubrimiento del Nobel.
Tuve
la suerte de encontrarme con David Gross y empezamos a investigar
juntos la fuerza que mantiene unido el núcleo del átomo. Enunciamos una
teoría matemática que la explicaba de modo armónico con Einstein y la
mecánica cuántica: es la cromodinámica cuántica (QCD).
De este modo describieron ustedes la partícula más elemental de la materia.
Y en ella coinciden lo más pequeño y lo más grande: el cosmos. Y todo concuerda.
Y ahora en el CERN se van comprobando sus teorías y las de Einstein.
Lo mejor está por llegar. Es la demostración de la supersimetría, y tardará cinco años.
¿En qué puzle trabaja usted ahora?
Vivo una pequeña regresión creativa. Estoy volviendo a hacerme las mismas preguntas que de niño con -creo- mejores respuestas.
Por ejemplo.
Cuando pensamos en el universo, nos sentimos enanos y nuestra vida parece cortísima.
Pasa con sólo mirar las estrellas.
Pero
la gente no piensa en la relatividad o el cosmos: está ocupada en
satisfacer necesidades materiales: comida, casa, compañía...
O inventándose otras.
...
sin integrar en su vida cotidiana lo que la ciencia ha demostrado; pero
si se molestara en aprenderlo y asumirlo, mejoraría también el modo en
que piensa y vive.
Por ejemplo.
El GPS con el
que muchos se orientan por la ciudad demuestra a cada instante la
relatividad de Einstein. De igual modo, la muerte y la angustia que
causa tendría otro sentido si aceptáramos que el tiempo no transcurre...
Eso es más difícil que mirar el mapa.
...
sino que todos los seres estamos incrustados en el espacio-tiempo. La
existencia no pasa, sino que es. El espacio-tiempo es un todo en el que
todos estamos encastados.
Pero eso no me afecta ahora mismo.
Lo que ve y puede demostrar con sus sentidos es sólo una mínima parte de lo que ha probado la física. Si lo acepta, le afecta.
Veamos.
Está
usted hecho de tantos átomos como estrellas el universo y, del mismo
modo que hoy es fácil usar el GPS, pronto va a ser muy fácil que esta
conversación tenga lugar en tres dimensiones. Eso es muy sencillo.
¿Telepresencia tridimensional?
Avanzamos
superando paradigmas, y los saltos de nuestra inteligencia son
cuánticos: nuestro cerebro crea prótesis que mejoran exponencialmente
como los ordenadores y se potencia a sí mismo también de forma
exponencial: esa es nuestra singularidad.
¿Cómo lo sabe?
Porque
estamos dominando el océano como exploramos el espacio: porque están
ahí. Somos el fruto de una serie de accidentes afortunados que nos han
hecho evolucionar hasta la conquista de un universo que apenas hemos
iniciado. No digo que no haya otros seres inteligentes en otros
planetas, pero nosotros somos muy singulares.
Pero nuestra vida no se repite.
Si
la piensa sólo como sus antepasados, no la entenderá repetida; pero si
entiende lo demostrado en física teórica, también aceptará que seres
evolucionados a partir de nosotros serán capaces de hacer y deshacer la
línea del tiempo de los universos paralelos.
Como las parcas.
Y
sé que la descripción del mundo físico existente y demostrable pero no
perceptible causa entre desasosiego y escepticismo, porque es más cómodo
vivir aferrado a lo inmediato y perceptible; sin embargo, cuando
aceptas el todo y lo integras en tu vida, te proporciona una gozosa
armonía.
A usted le veo ilusionado y feliz.
Keats
se quejaba de que la ciencia estaba arruinando el mundo al desentrañar
el arco iris; pero yo he encontrado en las ecuaciones de la física
teórica una fuente de placer y plenitud. Y cualquiera que se asome al
mundo con la mente abierta puede sentirlo.
¿No le fastidia saber que se va a morir?
Si
sólo pienso en la vida como una realización de mí mismo y la consagro a
mi único placer y la confino en mi ego, es cierto: te mueres y con ello
ese ego tuyo enorme.
Visto así, mejor morir y librarse de él.
Por
eso la muerte tiene parte de liberación, pero cuando has sido capaz de
trascenderte en la comunidad, en una red que pasa de generación en
generación de sentido y conocimiento, es sólo un tránsito.
No estoy del todo de acuerdo con lo que dice pero me encanta cómo lo plantea y cómo al final la forma de plantear la vida sí coincide.
ResponEliminaBonito :-)